Lo cierto es que ya no recuerdo cómo llegó este libro a mis manos. No sé si fue un regalo, si me lo compré yo por amor al arte, o si me lo recomendaron. Lo que sí que recuerdo es que estaba en la Escuela de Diseño de Valencia, estudiando. Tal vez primero o segundo curso.
Hacía tiempo que no me leía una novela fantástica, y tengo muy claro que es el género literario que más me gusta. Y el caso es que, con El nombre del viento descubrí un nuevo mundo imaginario de lo más interesante.
es una historia fuera de lo común, totalmente. Todo el libro transcurre en un solo día, y no es que solo por eso sea algo fuera de lo común, sino que además sabes en todo momento que hay algo más. Que la historia está contada por su propio protagonista pero que no llega a desvelarte nunca su secreto. Lees y piensas que las cosas son de una manera, que él tiene que ser así, y sin embargo no deja de sorprenderte con las contradicciones que se describen alternando el contexto entre el pasado y el presente.
y luego está la alquimia, presente a lo largo de toda la historia y contada de una forma que yo no había leído nunca hasta ahora. Es como algo mucho más real de lo que estoy acostumbrada a ver cuando leo algún libro donde aparece magia. Ojalá supiera explicarme mejor.
A fin de cuentas, me gustó mucho, muchísimo, y aunque hace mucho tiempo que lo leí lo recuerdo muy bien. También recuerdo cómo esperé con impaciencia la llegada de la segunda parte, de la que hablaré en la siguiente entrada.
Cuando supe que se trataba de una trilogía me ilusioné bastante. Me encantan los libros que tienen más de una parte. Sin embargo, cuando me di cuenta de lo que tardaba el autor en sacar las partes posteriores, empecé a subirme por las paredes.
Si alguien está pensando en empezar la saga, este es el momento. ¿Por qué? Porque a día de hoy ya hay dos de los tres libros publicados, y otro más intermedio que sacó el año pasado. Todo indica a que falta ya muy poco para la tercera y esperada última parte.
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